viernes, 25 de octubre de 2013

IX.II La Revolución Rusa

IX.II La Revolución Rusa
El término Revolución rusa agrupa a todos los sucesos que condujeron al derrocamiento del régimen zarista y a la instauración preparada de otro, leninista, a continuación, entre febrero y octubre de 1917.
En gran medida inducida por laPrimera Guerra Mundial, la Revolución rusa fue un acontecimiento decisivo y fundador del "corto siglo XX" abierto por el estallido del macroconflicto europeo en 1914 y cerrado en 1991 con la disolución de la Unión Soviética. Objeto de simpatías y de inmensas esperanzas por unos (Jules Romains la describió como "la gran luz en el Este" y François Furet como "el encanto universal de octubre"), también ha sido objeto de severas críticas, de miedos y de odios viscerales. Sigue siendo uno de los acontecimientos más estudiados y más apasionadamente discutidos de la historia contemporánea.

Situación de Rusia antes de la revolución de 1905
Previamente a 1917, el antiguo Imperio ruso se regía bajo un régimen zarista, autocrático y represivo desde hacía tres siglos cuando, en 1613, se instauró en el país la Dinastía Románov.

La abolición de la servidumbre promulgada en 1861 por parte del zar Alejandro II fue la primera muestra de las fisuras del antiguo sistema feudal. Una vez liberados, los antiguos siervos se desplazaron a las ciudades, convirtiéndose así en mano de obra industrial.

A comienzos del siglo XX, el desarrollo de la industria rusa era cada vez mayor, favoreciendo el crecimiento de las ciudades y una creciente efervescencia cultural: el antiguo orden social se tambaleaba, agravando las dificultades de los más pobres. Las industrias florecían, y la creciente clase obrera se aglutinaba principalmente en las ciudades pero la prosperidad del país no había tenido beneficio alguno para la población.

La economía en su conjunto seguía siendo arcaica. El valor de la producción industrial en 1913 era dos veces y media menor que el de Francia, seis veces menor que el deAlemania y catorce veces menor que el de Estados Unidos. La producción agrícola continuaba siendo deficiente y la falta de transportes paralizaba cualquier intento de modernización económica. 

El PIB per cápita en aquella época era inferior al de Hungría o al de España y aproximadamente suponía una cuarta parte del de Estados Unidos.Además, el país estaba dominado sobre todo por capital extranjero, poseyendo este casi la mitad de las acciones rusas. El proceso de industrialización fue violento y mal aceptado por los campesinos que habían sido bruscamente proletarizados. La clase obrera naciente, aunque numéricamente pequeña, se concentraba en las grandes zonas industriales, lo que facilitó la creciente conciencia revolucionaria.

El Imperio Ruso seguía siendo un país esencialmente rural (el 85 % de la población vivía en zonas rurales). Si bien una parte de los campesinos, los kuláks, se había enriquecido y constituido una especie de clase media rural con el apoyo del régimen; el número de campesinos sin tierra había aumentando, creando así un auténtico proletariado rural receptivo a ideas revolucionarias. Incluso después de 1905, un diputado de la Duma señaló que en muchos pueblos, la presencia de chinches y cucarachas en los hogares se percibía como signo de riqueza.

Tras la escolarización llevada a cabo unos años antes, algunos obreros habían sido conquistados por los ideales marxistas y otros pensamientos revolucionarios. Sin embargo, el poder zarista se mostró inmóvil. En los siglos XIX y XX, varios movimientos organizados por miembros de todas las clases sociales (estudiantes u obreros, campesinos o nobles) trataron de derrocar al gobierno sin éxito. Algunos, recurrieron al terrorismo y a los atentados políticos, convirtiéndose los movimientos revolucionarios en objeto de dura represiónllevada a cabo por la todopoderosa Ojrana, la policía secreta del zar. Muchos revolucionarios fueron encarcelados o deportados, mientras que otros lograron escapar y unirse a las filas de los exiliados.

Desde esta perspectiva, la Revolución de 1917 es la culminación de una larga sucesión de pequeñas revueltas. Las reformas necesarias, que ni las insurrecciones campesinas, los atentados políticos y la actividad parlamentaria de la Duma habían logrado, desembocaron en una revolución impulsada por el proletariado.

En 1905, tuvo lugar una primera revolución tras la derrota rusa ante Japón en la guerra Ruso-Japonesa. El 22 de enero, se convocó una manifestación en San Petersburgo para exigir reformas al zar Nicolás II, siendo esta duramente reprimida, en lo que se conoce como elDomingo Sangriento. Se trató de un intento del pueblo ruso de liberarse de su zar y se caracterizó por los levantamientos y la huelga por parte de los trabajadores y los campesinos. Estos formaron los primeros órganos de poder independientes de la tutela del Estado: lossóviets.

Revolución de Febrero de 1917
Las sucesivas derrotas rusas en la Primera Guerra Mundial fueron una de las causas de la Revolución de Febrero. En el momento de entrada en la guerra, todos los partidos políticos se mostraron favorables a la participación en la contienda, con la excepción del Partido Obrero Socialdemócrata, el único partido europeo junto al Partido Socialista del Reino de Serbia que se negó a votar los créditos de guerra, pero advirtió que no trataría de sabotear los esfuerzos provocados por la guerra.

Tras el comienzo del conflicto y después de algunos éxitos iniciales, el Ejército ruso tuvo que soportar severas derrotas (en Prusia Oriental, en particular). Las fábricas no se mostraron lo suficientemente productivas, la red ferroviaria era ineficiente y el suministro de armas y alimentos al Ejército fallaba. En el Ejército, los partes batían todos los récords: 1.700.000 muertos y 5.950.000 heridos, estallando disturbios y decayendo la moral de los soldados.

Estos soportaban mes a mes la incapacidad de sus oficiales, hasta el punto de suministrar a unidades de combate munición no correspondiente con el calibre de su arma y la intimidación y los castigos corporales utilizados en la misma.

La hambruna se extendió y las mercancías comenzaron a escasear. La economía rusa, que antes de la guerra contaba con la tasa de crecimiento más alta de Europa, se encontraba aislada del mercado europeo. El Parlamento ruso (la Duma), constituida por liberalesy progresistas, advirtió al zar Nicolás II de estas amenazas contra la estabilidad del Imperio y del régimen, aconsejándole formar un nuevo gobierno constitucional.

El zar no tuvo en cuenta esta advertencia y perdió el liderazgo y el contacto con la realidad del país. La impopularidad de su esposa, la emperatrizAlejandra, de origen alemán, aumentó el descrédito del régimen, hecho confirmado en diciembre de 1916 con el asesinato de Rasputín, asesor oculto de la emperatriz, por parte del príncipe Félix Yusúpov, un joven noble.

Desde 1915-1916, proliferaron diversos comités que se hicieron cargo de todo aquello que el deficiente Estado ya no asumía (abastecimiento, encargos, intercambios comerciales...). Junto a las cooperativas o los sindicatos, estos comités se convirtieron en órganos de poder paralelos. El régimen ya no controlaba el "país real".
El mes de febrero de 1917 reunió todas las características necesarias para una revuelta popular: invierno duro, escasez de alimentos, hastío hacia la guerra... Se inició con la huelga espontánea de los trabajadores de las fábricas de la capital, Petrogrado, a principios de dicho mes. El 23 de febrero (8 de marzo según el calendario gregoriano), Día Internacional de la Mujer, las mujeres de Petrogrado se manifestaron para exigir pan. Recibieron el apoyo de los obreros, encontrando estos una razón para prolongar su huelga. Ese día, pese a que se produjeron algunos enfrentamientos con la policía, no hubo ninguna víctima.

Los días siguientes, las huelgas se generalizaron por todo Petrogrado y la tensión fue en aumento. Las consignas, hasta el momento más discretas, se politizaron: "¡Abajo la guerra!", "¡Abajo la autocracia!".1 En esta ocasión, los enfrentamientos con la policía se saldaron con víctimas para ambas partes. Los manifestantes se armaron sustrayendo armas de los puestos de policía.

Tras tres días de manifestaciones, el zar ordenó la movilización de la guarnición militar de la ciudad para sofocar la rebelión. Los soldados resistieron las primeras tentativas de confraternización y mataron a muchos manifestantes. Sin embargo, durante la noche, parte de la compañía se sumó progresivamente a los insurgentes, que pudieron de esta forma armarse más convenientemente.

Entre tanto, el zar, sin medios para gobernar, ordenó disolver la Duma y nombrar un comité interino.
Todos los regimientos de la guarnición de Petrogrado se unieron a la revuelta. Fue el triunfo de la revolución. Bajo la presión del Estado Mayor, el zar Nicolás II abdicó el 2 de marzo: "Se deshizo del imperio como un comandante de un escuadrón de caballería." Su hermano, el gran duque Miguel Aleksándrovich, rechazó al día siguiente la corona.

Fue el fin del zarismo y se produjeron las primeras elecciones al sóviet de los trabajadores de la capital, el Sóviet de Petrogrado. El primer episodio de la revolución se había saldado con más de un centenar de víctimas, principalmente manifestantes, mas la caída rápida e inesperada del régimen, con unas pérdidas humanas relativamente pequeñas, suscitó en el país una ola de entusiasmo y liberación.

La dualidad de poderes
El periodo posterior a la abdicación del zar fue a la vez confuso y entusiasta. El gobierno provisional sucedió al zarismo rápidamente, mientras que la revolución ganaba profundidad y la masa de trabajadores y campesinos se politizaba.

Los sóviets, nacidos de la voluntad popular, no se atrevieron a contradecir de primeras al gobierno provisional, pese a su inmovilidad y su actuación en la guerra Sin embargo, el pequeño Partido Bolchevique, liderado por Lenin, quien impuso una radicalización estratégica, se hizo portavoz del creciente descontento general y se convirtió en depositario de las aspiraciones populares, mientras que los partidos revolucionarios rivales se desacreditaban entre ellos, alimentando así el peligro contrarrevolucionario.

«El país más libre del mundo»


La caída de la monarquía se sintió como una liberación sin precedentes. En Rusia se abrió un periodo de intensa alegría popular y de fermentación revolucionaria. Un frenesí por hablar y exponer las ideas propias se instaló en todos los estratos sociales. Las reuniones fueron diarias y los oradores se sucedían de manera casi interminable.

Se multiplicaron los desfiles y las manifestaciones. Decenas de miles de cartas, con direcciones y peticiones se enviaban cada semana desde todos los puntos del territorio para dar a conocer el apoyo, las quejas o las reclamaciones del pueblo. Se dirigían principalmente al nuevo Gobierno provisional y al Sóviet de Petrogrado.

Más allá de las expectativas inmediatas, lo que dominaba era el rechazo a toda forma de autoridad, lo que permitió a Lenin hablar de la Rusia de aquellos meses como «el país más libre del mundo», como describió Marc Ferro:
Estas primeras semanas llenas de esperanza y generosidad fueron muy violentas, tanto en las ciudades como en las zonas rurales. Ninguna represalia, oficial o espontánea, se tomó contra los antiguos siervos del zar, teniendo incluso derecho estos a trasladar su residencia o exiliarse. El Gobierno provisional abolió la pena de muerte, ordenó la apertura de las prisiones, permitiendo el retorno de los exiliados por cualquier motivo (incluido Lenin) y proclamó las libertades fundamentales: de prensa, de reunión y de conciencia (en la práctica ya adquirida tras la Revolución de Febrero).
El antisemitismo de Estado desaparece; la Iglesia Ortodoxa Rusa, bajo la tutela del Estado desde tiempos de Pedro I el Grande, pudo reunir libremente un consejo que, en el verano de 1917, restableció el Patriarcado de Moscú. En el ejército, el Prikaz n.º 1 (Orden Nº 1), expedido por el Sóviet de Petrogrado, prohibió el acoso humillante de los oficiales a los soldados e instauró los derechos de reunión, petición y prensa.

Por último, la manifestación más clara de la emancipación de la sociedad civil fue, por supuesto, la creación espontánea de los sóviets(consejos) de obreros, campesinos, soldados y marineros, que cubrieron en una semana la práctica totalidad del país. Estas asambleas, que ya habían surgido en 1905, paliaron la escasez de organizaciones habituales en Occidente (partidos, sindicatos...) debida a la represión zarista. Fueron órganos de democracia directa que pretendían ejercer un poder autónomo, y, ante la posibilidad de que el Gobierno Provisional ejerciera una contrarrevolución, velaron por la preservación y la ampliación de las conquistas de la Revolución de Febrero.

El Gobierno Provisional y los sóviets

La Duma eligió un Gobierno Provisional encabezado por Mijaíl Rodzianko, un ex oficial del zar del Partido Octubrista, monárquico y ricoterrateniente. Desde el 15 de marzo, la dirección de dicho gobierno fue tomada por Georgi Lvov, un liberal progresista del Partido Democrático Constitucional.

Por ello, pese a que la revolución había sido encabezada por los obreros y los soldados, el poder estaba en manos de un gobierno provisional dirigido por políticos liberales del Partido Democrático Constitucional (llamado KD o Kadete), el partido de la burguesía liberal. Mas en realidad, era preciso transigir con los sóviets.

En las ciudades y pueblos, con el anuncio de la revolución en la capital, se formaron sóviets al tiempo que los notables que dirigían en nombre del zar fueron destituidos. Desde principios de marzo, los sóviets ya estaban presentes en las principales ciudades, dando el salto en abril y mayo a las zonas rurales. Los sóviets eran unas asociaciones donde los trabajadores acudían a discutir sobre la situación y al mismo tiempo un órgano de gobierno.

El programa del Sóviet de Petrogrado recogía el firmar la paz de manera inmediata en la Primera Guerra Mundial, otorgar la propiedad de la tierra a los campesinos, la jornada laboral de ocho horas y el establecimiento de una república democrática. Este programa resultaba inaplicable por la burguesía liberal que asumió el poder tras la revolución, ya que no firmó la paz, ni revisó la propiedad de las tierras ni la jornada laboral.

Además, el Gobierno consideró (así como parte de los dirigentes de los sóviets y de los partidos revolucionarios) que sólo la futura Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal tenía derecho a decidir sobre la propiedad de la tierra y el sistema social. Pero la ausencia de millones de votantes que se encontraban combatiendo en el frente retrasó la celebración de las elecciones (sobre todo porque el gobierno continuaba con la guerra). La realización de las reformas fue continuamente aplazada sine die.

La situación llegó hasta tal punto que el gobierno se abstuvo de proclamar oficialmente la República antes de septiembre. Tomó así el riesgo de decepcionar peligrosamente a la población. Por añadidura, no podía gobernar sin el apoyo de los sóviets, que contaban con el respaldo y la confianza de la gran masa de trabajadores.

Los sóviets estaban dominados por los socialistas, los mencheviques y socialrevolucionarios. Los bolcheviques, a pesar de su nombre, eran una minoría. Por aquel momento, los sóviets, incluido el Sóviet de Petrogrado, demostraron un apoyo moderado al Gobierno provisional y no continuaron reclamando las reformas más radicales, lo que obliga a matizar la noción habitual de "dualidad de poderes". La confluencia entre el Sóviet de Petrogrado y el Gobierno provisional cristalizó en la figura de Aleksandr Kérenski, socialrevolucionario, vicepresidente del Sóviet de Petrogrado y Ministro de Justicia y Guerra.

Casi todos los revolucionarios, especialmente los de la escuela marxista, creían que la revolución proletaria era prematura en un país económicamente atrasado y rural. En su opinión, Rusia solo estaba preparada para una revolución burguesa, ya que el proletariado era demasiado débil y muy reducido.

La revolución debía limitarse primeramente a las tareas que el análisis marxista asignaba a la revolución burguesa, cumplidas por la Revolución Francesa en 1789: el fin del feudalismo y la reforma agraria. Desde este punto de vista, los sóviets se concebían como "fortalezas proletarias" ubicadas en el corazón de la "revolución burguesa" para velar por la realización de las reivindicaciones populares, y posteriormente, preparar la transición al socialismo, previniéndose de una contrarrevolución monárquica o de una ruptura con la burguesía.

Pese a ello, esto no respondió a la urgencia que las masas demandaban para ver colmadas sus aspiraciones. Los partidos revolucionarios corrían el peligro de incurrir en el mismo descrédito popular que el Gobierno provisional.

Las crisis repetitivas

Los días de abril

A pesar de la voluntad popular de poner fin a la guerra, la participación en la Primera Guerra Mundial no varió. En abril, la publicación de una nota secreta del gobierno a sus aliados, diciendo que no pondrían en peligro los tratados zaristas y que continuarían con la guerra, provocó la ira entre los soldados y los trabajadores. 

Las manifestaciones a favor y en contra del gobierno causaron los primeros enfrentamientos armados de la revolución, obligando a la renuncia del Ministro de Relaciones Exteriores, el historiador Pável Miliukov del KD. Los socialistas moderados entraron a continuación en el gobierno, con el apoyo de la mayoría de los trabajadores que creían que podrían ejercer presión para poner fin a la guerra.

Al mismo tiempo, poco después de su regreso a Rusia, Lenin publicó sus Tesis de abril. Continuando con los argumentos expuestos en El imperialismo, estado supremo del capitalismo, afirmó que el capitalismo había entrado en "fase de putrefacción" y que la burguesía ya no era capaz, en los países recientemente industrializados, de asumir el papel revolucionario que ya había desempeñado en el pasado. Para él, solamente se podría detener la guerra y asegurar las conquistas de la Revolución de Febrero dando todo el poder a los sóviets.

Lenin se negaba a prestar cualquier tipo de apoyo al Gobierno Provisional y demandó la confiscación de las tierras y su posterior redistribución entre los campesinos, el control obrero sobre las fábricas y la transición inmediata a una república de sóviets.

Estas ideas eran muy minoritarias en el propio seno de los bolcheviques, que se mantenían en una línea común de apoyo al gobierno, llegando el periódico Pravda, dirigido porStalin y Mólotov, a hablar públicamente de la reanudación del trabajo y la vuelta a la normalidad. Pero con el colapso económico y la guerra en curso, las ideas del partido bolchevique, dirigido por Lenin y por Trotski a partir de verano, fueron ganando influencia. A principios de junio, los bolcheviques ya eran mayoría en el Sóviet de Petrogrado de diputados de obreros y soldados.

Las Jornadas de Julio


En los primeros meses de 1917, la guerra provocaba un rechazo inferior al de la incapacidad del zar para llevarla con eficacia, unido a la crueldad y la negligencia de los oficiales. El «derrotismo revolucionario» llegó a ser impopular en el propio partido bolchevique. Muchos, y no solo en la élite burguesa rusa, esperaban una explosión patriótica y jacobina contra la Alemania del Káiser, algo así como lo que sucedió tras la caída de la monarquía francesa en 1792, que llevó a la victoria de Valmy y la derrota del enemigo. El ministro de Guerra,Aleksandr Kérenski, un buen orador y muy popular, fue elegido para encarnar ese arranque en los planos nacional y revolucionario.

Por otra parte, la consignas a favor de la paz comenzaban a ser más frecuentes en la retaguardia que en el frente, donde los soldados solían ver a los obreros como privilegiados, y detestaban que se pusiera en tela de juicio la utilidad de los sacrificios que llevaban soportando desde que estalló el conflicto. De hecho, una gran mayoría de los rusos se mostraban a favor de una paz negociada, sin anexiones ni indemnizaciones, pero muchos estaban también dispuestos a dar una oportunidad a una última ofensiva militar.

Sin embargo, entre febrero y julio, el cansancio y la impopularidad hacia la guerra fueron ganando terreno, así como la propaganda pacifista. La continuación de la guerra creaba una situación muy criticada, ya que era imposible instaurar la jornada laboral de ocho horas sin perjudicar a la producción bélica, o tratar de convocar elecciones para formar la Asamblea Constituyente teniendo millones de soldados en el frente.

El fracaso militar de la Ofensiva Kérenski, puesta en marcha a principios de julio, provocó una decepción general. Tras algunos éxitos iniciales debidos al general Alekséi Brusílov, el mejor comandante en jefe ruso de la Gran Guerra, el fracaso se hizo patente y los soldados se negaron a situarse en primera línea de combate. El Ejército entró en descomposición, las deserciones se multiplicaron, las protestas en la retaguardia se acrecentaron y la popularidad de Kérenski comenzó a degradarse.

Los días 3 y 4 de julio, se conoció el fracaso de la ofensiva, y los soldados situados en la capital, Petrogrado, se negaron a regresar al frente. Reunidos con los obreros, se manifestaron para exigir que los dirigentes del Sóviet de Petrogrado tomaran el poder. Desbordados por la situación, los bolcheviques se manifestaron en contra de un levantamiento prematuro, argumentando que era demasiado pronto para derrocar al Gobierno provisional: los bolcheviques solamente eran mayoritarios en Petrogrado y Moscú, mientras que los partidos socialistas moderados mantenían una influencia importante en el resto del país.


Preferían dejar que el Gobierno prosiguiera con sus actividades para demostrar así su incapacidad para gestionar los problemas suscitados tras la revolución: la firma de la paz, la jornada de ocho horas y la reforma agraria.

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