VII. UNIDAD: Edad contemporánea (I Parte)
Edad Contemporánea es el nombre con el
que se designa el periodo histórico comprendido entre la Revolución
francesa y laactualidad. Comprende un total
de 224 años, entre 1789 y el presente. La humanidad
experimentó una transición
demográfica,
concluida para las sociedades más avanzadas (el llamado primer mundo) y aún en curso para
la mayor parte (los países subdesarrollados y lospaíses recientemente industrializados), que ha llevado su crecimiento más allá de los
límites que le imponía históricamente lanaturaleza, consiguiendo la generalización
del consumo de todo tipo de
productos, servicios y recursos naturales que han elevado para una gran parte
de los seres humanos su nivel de vida de una forma antes
insospechada, pero que han agudizado las desigualdades
sociales y espaciales y dejan planteadas
para el futuro próximo graves
incertidumbres medioambientales.
Los acontecimientos de esta época se han
visto marcados por transformaciones aceleradas en la economía, la sociedad y la
tecnología que han merecido el nombre de Revolución
industrial,
al tiempo que se destruía la sociedad
preindustrial y se construía una sociedad
de clases presidida por una burguesía que contempló el
declive de sus antagonistas tradicionales (los privilegiados) y el nacimiento y
desarrollo de uno nuevo (el movimiento obrero), en nombre del cual
se plantearon distintas alternativas al capitalismo.
Más espectaculares
fueron incluso las transformaciones políticas e ideológicas (Revolución
liberal, nacionalismo, totalitarismos); así como las
mutaciones del mapa político mundial y las mayores guerras conocidas por la
humanidad.
La ciencia y la cultura entran en un periodo
de extraordinario desarrollo y fecundidad; mientras que el arte
contemporáneo y la literatura contemporánea (liberados por el romanticismo de las sujeciones
académicas y abiertos a un público y un mercado cada vez más amplios)
se han visto sometidos al impacto de los nuevos medios de comunicación de masas (tanto los escritos
como los audiovisuales), lo que les provocó una verdadera crisis de identidad que comenzó con el impresionismo y las vanguardias y aún no se ha
superado.
En cada uno de los
planos principales del devenir histórico (económico, social y político), puede cuestionarse si
la Edad Contemporánea es una superación de las fuerzas rectoras de la modernidad o más bien significa
el periodo en que triunfan y alcanzan todo su potencial de desarrollo las
fuerzas económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando
lentamente: elcapitalismo y la burguesía; y las entidades
políticas que lo hacían de forma paralela: la nación y el Estado.
En el siglo XIX, estos elementos
confluyeron para conformar la formación social histórica del estado liberal europeo clásico,
surgido tras la crisis del Antiguo Régimen. El Antiguo Régimen había sido socavado
ideológicamente por el ataque intelectual de la Ilustración(L'Encyclopédie, 1751) a todo lo que no se justifique a las luces de la razón por mucho que se
sustente en la tradición,
como losprivilegios contrarios a la igualdad (la de condiciones
jurídicas, no la económico-social) o la economía moral contraria a la libertad (la de mercado, la
propugnada por Adam Smith -La riqueza de las naciones, 1776).
Pero, a pesar de lo
espectacular de las revoluciones y de lo inspirador de
sus ideales de libertad,
igualdad y fraternidad (con la muy
significativa adición del término propiedad),
un observador perspicaz como Lampedusa pudo entenderlas como
la necesidad de que algo cambie para que todo siga igual: el Nuevo Régimen fue regido por una clase dirigente (no homogénea, sino
de composición muy variada) que, junto con la vieja aristocracia incluyó por primera
vez a la pujante burguesía responsable de la acumulación
de capital.
Esta, tras su acceso
al poder, pasó de revolucionaria aconservadora, consciente de la
precariedad de su situación en la cúspide de una pirámide cuya base era la gran
masa de proletarios, compartimentada por
las fronteras de unos estados
nacionales de dimensiones
compatibles con mercados nacionales que a su vez
controlaban un espacio exterior disponible para su expansión colonial.
En el siglo XX este equilibrio
inestable se fue descomponiendo, en ocasiones mediante violentos cataclismos
(comenzando por los terribles años de la Primera
Guerra Mundial,
1914-1918), y en otros planos mediante cambios paulatinos (por ejemplo, la
promoción económica, social y política de la mujer).
Por una parte, en los
países más desarrollados, el surgimiento de una poderosa clase media, en buena parte
gracias al desarrollo del estado
del bienestar o estado social (se entienda este
como concesión pactista al desafío de las expresiones más radicales del movimiento obrero, o como convicción
propia del reformismo social) tendió a
llenar el abismo predicho por Marx y que debería llevar
al inevitable enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado.
Por la otra, el
capitalismo fue duramente combatido, aunque con éxito bastante limitado, por
sus enemigos de clase,
enfrentados entre sí: el anarquismo y el marxismo (dividido a su vez
entre el comunismo y la socialdemocracia). En el campo de la
ciencia económica, los presupuestos del liberalismo
clásicofueron
superados (economía
neoclásica, keynesianismo incentivos al consumo
e inversiones públicas para frente a la incapacidad del mercado libre para
responder a la crisis de 1929 o teoría
de juegos estrategias de
cooperación frente al individualismo de la mano invisible).
La democracia
liberal fue sometida durante
el período
de entreguerras al doble desafío de
los totalitarismos estalinista yfascista (sobre todo por el
expansionismo de la Alemania nazi, que llevó a la Segunda
Guerra Mundial).
En cuanto a los
estados nacionales, tras la primavera de los pueblos (denominación que se
dio a la revolución de 1848) y el periodo presidido por la unificación
alemana e italiana (1848-1871), pasaron
a ser el actor predominante en las relaciones internacionales, en un proceso que se generalizó con
la caída de los grandes imperios multinacionales (español desde 1808 hasta
1898; ruso, austrohúngaro yturco en 1918, tras su
hundimiento en la Primera Guerra Mundial) y la de los imperios
coloniales (británico, francés, holandés, belga tras la Segunda).
Si bien numerosas naciones accedieron a la independencia durante los siglos
XIX y XX, no siempre resultaron viables, y muchos se sumieron en terribles
conflictos civiles, religiosos o tribales, a veces provocados por la arbitraria
fijación de las fronteras, que reprodujeron las de los anteriores imperios
coloniales.
En cualquier caso,
los estados nacionales, después de la Segunda
Guerra Mundial,
devinieron en actores cada vez menos relevantes en el mapa político,
sustituidos por la política
de bloques encabezados por los Estados Unidos y la Unión
Soviética.
La integración supranacional de Europa (Unión Europea) no se ha
reproducido con éxito en otras zonas del mundo, mientras que las organizaciones internacionales, especialmente la ONU, dependen para su funcionamiento de
la poco constante voluntad de sus componentes.
La desaparición del
bloque comunista ha dado paso al mundo actual del siglo XXI, en que las fuerzas
rectoras tradicionales presencian el doble desafío que suponen tanto la
tendencia a la globalización como el surgimiento o
resurgimiento de todo tipo de identidades, personales o individuales, colectivas
o grupales, muchas veces
competitivas entre sí (religiosas, sexuales, de
edad, nacionales,estéticas, culturales, deportivas, o generadas por una
actitud pacifismo, ecologismo, altermundialismo o por cualquier tipo
de condición, incluso las problemáticas -minusvalías, disfunciones, pautas de consumo).
Particularmente, el consumo define de una forma
tan importante la imagen que de sí mismos se hacen individuos y grupos que el
término sociedad
de consumo ha pasado a ser
sinónimo de sociedad contemporánea.
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